Conferencias - Ciencia - Arte - Literatura - Noticias - Unase
Inglés - Inicio

Noticias de Iberoamérica


La alternativa de Brasil en 2004 es la misma
que tuvo México en 1982

por Dennis Small

¿Sufrirá Brasil una crisis en 2004 como la que sufrió México en 1982? A lo largo del 2002 y el 2003 EIR ha advertido en repetidas ocasiones que cualquiera de una docena de detonadores puede llevar, de un momento a otro, a una explosión de la deuda brasileña. Brasil es el tercer deudor más grande del mundo, con una deuda externa de más de 500 mil millones de reales. Pero el 2003 pasó sin que sucediera un incidente financiero grave en el frente brasileño: casi podría decirse que fue un año de ensueño para los acreedores del país.

En 2003, el primer año de gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, todo pareció salir a pedir de boca para los banqueros y el Fondo Monetario Internacional (FMI):

1) Las tasas de interés de la deuda pública de Brasil cayeron a plomo, en tanto el disasociado presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Alan Greenspan, hizo caer las tasas de interés estadounidenses para mantener a flote la burbuja especulativa global de más de 400 billones de dólares. Eso se tradujo en tasas de interés inusualmente bajas que Brasil tuvo que pagar por su deuda pública a tasas de cambio flotantes, misma que, a fines del 2003, representaban alrededor de la mitad de su deuda pública total de 913 mil millones de reales (unos 311 mil millones de dólares, al tipo de cambio actual de 2,94 reales por dólar).

2) La calificación del riesgo país de Brasil disminuyó de forma marcada. El riesgo país es un instrumento de guerra financiera establecido por los acreedores internacionales a través de JP Morgan, que determina qué tanto más por encima del valor de los bonos del Tesoro estadounidense tiene que pagar un país para refinanciar sus deudas. La calificación de Brasil bajó de unos increíbles 2.400 puntos (es decir, 24% por encima del valor de los bonos estadounidenses) en octubre de 2002, a menos de 400 a principios del 2004. Esto también ayudó a mentener bajos los pagos de intereses de Brasil, relativamente hablando.

3) El valor del dólar se desplomó a nivel internacional, tal que hasta el real brasileño aumentó como 22% de su valor en relación al dólar en 2003, su primer aumento en una década. Esto significó que la deuda brasileña indexada al dólar se hizo más manejable, y el gobierno pudo reducir la porción indexada de un 40% del total hace un año, a 23% hoy.

4) Hubo inversiones extranjeras sin precedentes en el mercado bursátil del Brasil. Esto se contrabalanceó en parte por un descenso en la llamada inversión extranjera directa (en planta y equipo), que cayó a 10 mil millones de dólares en 2003, de 16,6 mil millones de dólares el año anterior. Como explicó Altamir Lopes, jefe de investigaciones económicas del Banco Central: “Ya no son las privatizaciones las que elevan las inversiones extranjeras”. ’

5) Una vez en el poder, el Gobierno de Lula abandonó su retórica electoral antifondomonetarista de 2002, y usó su popularidad para imponer medidas de austeridad tan draconianas que hasta los acreedores del país quedaron gratamente sorprendidos. Mientras que Wall Street daba vivas, a lo largo de 2003 Lula logró:

• Recortar los salarios reales de los trabajadores brasileños en 13%, y reducir la proporción que representan los salarios del total del ingreso nacional, de 32,2% a 31,5%;

• Aumentar el desempleo oficial a 12,3% de la población económicamente activa, aunque algunas fuentes confiables calculan que el desempleo real asciende a 25%, el doble de la tasa oficial;

• Producir un superávit presupuestal —la cantidad por la cual los ingresos del gobierno exceden sus gastos— de 4,38% del producto interno bruto (PIB). El superávit fue mayor de lo que el FMI le exigía a Brasil según el acuerdo, que era 4,25%. Este superávit se obtuvo mediante recortes brutales en los gastos de infraestructura, salud, educación, investigación científica, desarrollo tecnológico, el programa espacial, y las Fuerzas Armadas y seguridad;

• Imponer las “reformas estructurales” exigidas por el FMI, incluyendo al sistema de pensiones y seguridad social.

• Generar el primer excedente de cuenta corriente del país en 11 años, principalmente a través de recortar las importaciones y aumentando las exportaciones al tope, lo que deja mucho menos para el consumo interno. Mientras Brasil tuvo un déficit de cuenta corriente de 7,7 mil millones de dólares en 2002, el año pasado obtuvo un superávit de 4,1 mil millones de dólares, un cambio de casi 12 mil millones de dólares en un solo año.

Tic, tac, tic. . .

No obstante, a pesar de que casi todas son buenas noticias (al menos en lo que respecta a los acreedores de Brasil), el país todavía no pudo mantenerse al paso de su creciente burbuja de deuda.

El Gobierno brasileño le abonó enormes cantidades a su deuda pública en 2003. A pesar de generar un superávit presupuestal primario de más de 66 mil millones de dólares, el gobierno tuvo que pagar más del doble de esa cantidad en intereses: 145 mil millones de reales (casi 50 mil millones de dólares). ¡Eso representó 40% de todo el presupuesto gubernamental, y 10% del PIB!

Y aun con toda esta sangría, la deuda pública total creció de 881 mil millones a 913 mil millones de reales en el transcurso de 2003. En tanto porcentaje del PIB, la deuda pública creció de 55,5% en 2002, a 58,2% en 2003. Este es el nivel más alto en la historia moderna del Brasil; es casi el doble del nivel de 30% al que estaba hace como una década, en 1994.

El Financial Times de Londres del 15 de enero le recordó al Gobierno brasileño que tiene que pagar 37 mil millones de dólares para amortizar la deuda en 2004, y que apenas logró pasar el 2003 porque fue favorecido por el capital extranjero. Pero, “¿cuántos de los logros del Brasil podrían venirse abajo con un cambio en el sentir de los inversionistas?” Los recortes en las prestaciones de seguro social y la brutal austeridad presupuestal ayudó a la “sustentabilidad de su deuda. Sin embargo, para consolidar la confianza de los inversionistas Brasil debe llevar a cabo más reformas estructurales para hacer más competitivos a sus sectores público y privado”, demandó el Times.

A esa señal, el llamado riesgo país del Brasil subió de 400 a 570 puntos en la primera quincena de febrero, una clara amenaza de que lo que viene será peor si el Gobierno brasileño no hace lo que exigen los acreedores.

¿Qué pasará entonces cuando cualquiera de los factores mencionados arriba falla en 2004, como seguramente será el caso, dado que el sistema financiero mundial está saliéndose de control? En esas circunstancias, ¿podrá contarse con que el Gobierno de Lula continuará su sumisión al FMI y a otros acredores? No necesariamente.

A la revista Economist de Londres, otro de los órganos de los intereses financieros internacionales, le preocupa en particular la diplomacia internacional de Lula, en especial su campaña a favor de la cooperación con naciones tales como India, Sudáfrica, China y Rusia. “Lula parece ser un ardiente defensor de una vieja idea, que estaba en boga en el Movimiento de los No Alineados de los 1970, según la cual los países pobres podían desafiar a los ricos y lograr el desarrollo a través de la cooperación mutua”, comentó de forma despectiva Economist. La renuencia de Lula a someterse al Aréa de Libre Comercio de las Américas del Gobierno de Bush se entiende, pero “eso no lo hace más inteligente”, advirtió la revista.

_____________

Ud. puede encontrar mayor información en la siguiente dirección electrónica:
http://www.larouchepub.com/spanish


<< Regrese a Noticias

El Instituto Schiller agradece su apoyo. Su colaboracion nos ayuda a publicar la Revista Fidelio, y también para organizar conciertos, conferencias, y otras actividades que representan intervenciones en la vida politica y cultural en este país y en el mundo

schiller@schillerinstitute.org

PO BOX 20244 Washington, DC 20041-0244
703-297-8368

Copyright Schiller Institute, Inc. 2001. Todos los derechos reservados