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Un aniversario de bodas:

EL SEXTO SENTIDO

Por Lyndon H. LaRouche, Jr.

diciembre de 2010

Las aves que migran estacionalmente, ya sea al norte o al sur, se han esforzado, conscientemente o no, por enseñarnos a nosotros, los seres humanos, una lección importante. El hecho es que hay un Sexto Sentido, en el dominio cósmico, electromagnético per se. Las aves lo usan; pero los seres humanos probablemente aparecieron sobre este planeta después que aves como esas. Después de todo Helga, notablemente, nos recomienda respetar y proteger a nuestros vecinos los pájaros, como harían los buenos franciscanos. Estos pájaros, después de todo, reducen la infestación en nuestras vidas de lo que Helga ha clasificado, genéricamente, como "bichos".

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Prefacio:

Fue Percy Bysshe Shelley quien, de manera más notable, puso de relieve la importancia de lo que equivale, en efecto, a un "sexto" sentido humano, como lo hizo en el párrafo final de su En defensa de la poesía. Ya que las aves migratorias, en particular, por lo común regulan sus vuelos estacionales de acuerdo a una orientación del campo magnético norte-sur aproximadamente, debemos confesar, por lo menos, que la radiación electromagnética juega un papel importante en nuestro universo, el papel de lo que se puede llamar el "sexto sentido" humano, una cualidad de sentido que hasta ahora han evadido los ciudadanos debido a su acento popular en formas particulares de comunicación.


Las aves migratorias han tratado de enseñarnos a los humanos una importante lección. Aquí, ``La leyenda de San Francisco, Sermón a las aves’’, de Giotto (1267-1337). Foto: Creative Commons

Después de todo, las aves migratorias si usan la radiación cósmica como una categoría importante de comunicación. ¿Por qué nosotros no?[1]

O, ¿quizá lo hacemos, a veces, sin darnos cuenta?

Ciertamente, durante algunos periodos de la historia en algunas culturas, como en algunas partes de la población humana de Estados Unidos en el pasado relativamente reciente, se ha recomendado favorecer dormir con las cabezas (de preferencia, una por persona) apuntando al norte. Es suficiente, por el momento, que, en la práctica, algunas aves ya han tomado en consideración la evidencia más amplia de que es la radiación cósmica, y no la materia como partículas en sí, lo que constituye la base esencial de la organización de las condiciones de la vida que conocemos. Es tiempo de que más de nosotros pongamos atención a ese hecho.

Por lo tanto, remitámonos al razonamiento de Shelley al que me he referido al iniciar estas observaciones. Él alude, en los párrafos concluyentes de En defensa de la poesía, a algo que debemos suponer "externo" a los supuestos "cinco sentidos"; es algo que ha tenido siempre expresiones importantes en el comportamiento humano de masas, en el uso de la radiación cósmica de un medio que no coincide con lo que usualmente se asocia con la "percepción sensorial". Es, no obstante, un medio de lo que se debe reconocer propiamente como un canal de comunicación humana de hecho, interpersonal directa. Sea lo que sea que represente ese fenómeno, es, en último análisis, único respecto a su contraste con la esencia de la manera en que respondemos a las nociones de los cinco sentidos. Si tiene los efectos específicos del tipo que yo he clasificado en estos comentarios iniciales, como algo prominente, en efecto, en el dominio de la práctica humana de la función de la "comunicación" interpersonal humana. Aquí, me refiero al sujeto de ese efecto, bajo el rubro implícito de "efectos de masas", en vez de percepción sensorial en el significado usual del término.

Es curiosamente irónico, pero no accidental, que el mismo punto planteado por Shelley respecto a tales efectos de masas, también aparece como un principio de comunicación, como si fuese un mensaje llevado por el mar en una botella sellada, en la Oda a una urna griega de Keats.

``Lo que comúnmente consideramos como percepción sensorial’’, escribe LaRouche, ``son sombras proyectadas por los efectos de la radiación cósmica’’. Aquí se muestra la Aurora Boreal: A la izquierda, sobre Noruega en 2006 (Foto: Creative Commons/Rafael Konieczny); arriba, vista desde la Estación Espacial Internacional en 2008 (Foto: NASA). Para mayor abundamiento, ver la entrevista, en inglés, con Sky Shields del Equipo del Sótano de LaRouchePAC

Se debe reconocer fácilmente que el asunto planteado por mis comentarios precedentes, toca el tema de mi informe "The global crisis now at hand",[2] del 15 de diciembre de 2010; pero, la diferencia es que esta vez, sigo examinando la falacia de la creencia común y corriente en la "certeza sensorial" desde el punto de vista de la mente humana, como anteriormente, pero con un énfasis en esa noción de "sensorial" que va cualitativamente más allá de lo que he planteado explícitamente en mis trabajos previos sobre el tema de la mente humana; ahora sitúo la noción de la mente humana con respecto a su papel especial como punto de partida de una crítica urgentemente necesaria de los conceptos equivocados, empleados popularmente, del significado práctico de percepción sensorial como tal. La cuestión aquí es: "¿Cómo se podría tratar ahora la mente humana, según la he definido yo previamente, en términos de la existencia necesaria de una manifiesta 'sexta dimensión' de la percepción sensorial humana, la dimensión de formas humanas de 'radiación cósmica como tal'?"

Dicho de otra forma: ¿Por qué el comportamiento humano reacciona a ciertos rangos de radiación cósmica, como si tal experiencia desempeñara una función complementaria a la percepción sensorial ordinaria? Dicho de otra forma: ¿Por qué la mayoría de la gente en la actualidad, no obstante, no reconoce todavía que esta acción en sí misma expresa un modo de percepción sensorial individual? Tómese el caso citado del papel conocido de la radiación cósmica en "guiar" los vuelos estacionales de las aves migratorias, como punto de referencia.

Shelley vs. Adam Smith

En cuanto a la tesis de Shelley como tal, no puede haber una visión competente de Shelley y de su obra que no proceda de un reconocimiento del rechazo de Shelley al punto de vista filosófico del liberalismo británico del siglo 18, tal como se destaca de manera más prominente esa distinción en el sucinto párrafo final de la versión publicada de su En defensa de la Poesía. Toma los casos de Adam Smith y el Jeremy Bentham del Ministerio de Relaciones Exteriores británico, como ilustración de la diferencia decisiva del razonamiento de Shelley con la perspectiva británica (o, ¿no preferiríamos decir "brutánica"?) que es la opinión representativa predominante de la Inglaterra imperial victoriana todavía hoy. Para resumir la naturaleza de la diferencia, Shelley representa la misma perspectiva filosófica que compartían nuestros patriotas con los opositores ingleses del legado del Nuevo Partido Veneciano del brutánico Guillermo de Orange, del amo de Jeremy Bentham, lord Shelburne, y actualmente, lo peor del montón, de los círculos de H. G. Wells y Bertrand Russell todavía hoy.

Los británicos y estadounidenses cultos por igual, saben que la colonización inglesa de Norteamérica, ejemplificada en los asentamientos de Plymouth y la Bahía de Massachusetts mientras estuvieron bajo la dirección de los Winthrop y los Mather, representaba a una facción al interior de las islas británicas y a parte de los Países Bajos, que, como Jean Baptiste Colbert, de Francia, y los autores de la Paz de Westfalia de 1648, representaban una corriente al interior de Europa que reconocía —como lo había hecho el cardenal Nicolás de Cusa— que las intenciones morales de lo mejor de la civilización europea no podían realizar esas metas bajo el reinado permanente de la sucesión de las tiranías imperialistas habsburga y sarpiana que habían mostrado su adherencia a la tradición imperialista romana encarnada en el liberalismo imperialista de los seguidores de Paolo Sarpi.

Luego de que los intereses Habsburgo habían arruinado los esfuerzos de los seguidores de esa inspiración del cardenal Nicolás de Cusa que fue Cristóbal Colón, en Centro y Sudamérica, fueron principalmente las colonias inglesas de Norteamérica las que llevaron a cabo las más nobles intenciones de la cultura europea en la creación y desarrollo de los territorios sobre la costa occidental del Atlántico, en tanto que la colonia de Massachusetts bajo la dirección de los Winthrop y los Mather, y su seguidor, Benjamin Franklin, dio a luz las más nobles pasiones de la civilización europea de esa época en los asentamientos norteamericanos.

Actualmente, las distinciones entre la cultura de la tradición patriótica estadounidense que yo defiendo, y la cultura de Europa, son esencialmente las mismas, en la raíz, que entonces. Nosotros, por ejemplo, nos basamos en un sistema de crédito, mientras nuestros primos en Europa están condicionados a aceptar un sistema monetarista, en vez de un sistema de crédito. Nosotros somos una república, mientras que nuestros primos en Europa aún están sujetos a depender de funcionar en el marco de las intenciones de sistemas parlamentarios. Nuestra experiencia estadounidense con las grandes oleadas de inmigraciones de Europa hacia los Estados Unidos nos ha mostrado que el inmigrante europeo en los Estados Unidos, como lo anticipó el Presidente Abraham Lincoln, es pronto, de modo muy natural, un patriota de la república adoptada.

Sentimientos de naturaleza similar existían durante el siglo 18 y gran parte del 19, hasta la destitución de Bismarck en 1890.

Así que, a pesar de los efectos de las guerras de un Napoleón utilizado como títere idiota de la orquestación de las desastrosas guerras napoleónicas de Londres y de Metternich, desplegadas en contra de Europa continental, el legado de gente como Percy Bysshe Shelley refleja la corriente de intenciones culturales compartidas por círculos en ambos lados del Atlántico. Para entender excepciones tales como Shelley, uno debe mirar hacia Alemania, donde el gran matemático y seguidor declarado tanto de Gottfried Leibniz como de Johann Sebastian Bach, Abraham Kästner, inspiró a la colaboración de Gotthold Lessing y Moisés Mendelssohn.

La desastrosa revolución francesa, a pesar de personajes tales como Lafayette y el "Autor de la victoria, Lazare Carnot, fue un desastre que debe ser centro de nuestra atención al volver la mirada al papel político y el carácter de Percy Shelley. Es a ese legado, como se expresa tanto en Estados Unidos como en Inglaterra durante el intervalo de las últimas décadas de la vida de Benjamin Franklin, al que se remonta la nunca completada En defensa de la poesía de Shelley, como precisó el historiador H. Graham Lowry sobre la relación entre Gottfried Leibniz y Jonathan Swift durante y después de los últimos años de la vida de Leibniz.[3]

Como lo he puesto de relieve con frecuencia en el pasado, así como al abordar el genio de Shelley aquí, debemos señalar una cierta dificultad que por lo común experimentan los pensadores serios entre los adultos jóvenes norteamericanos de la actualidad.

El pesimismo cultural que ha abatido a los adultos jóvenes pensantes de la generación entre 25 a 35 y a la generación un tanto posterior, constituye una marcada tendencia a limitar su sentido de realidad moral a un lugar entre los límites tipo sujetalibros del nacimiento y la muerte esperada. Mientras que los de mi generación, los adultos jóvenes que tuvieron la experiencia de la Segunda Guerra Mundial y ligeramente después, localizábamos el significado de nuestras vidas en los beneficios que heredamos de nuestros antepasados, y que podríamos esperar que se extendieran a las generaciones futuras. El acento en la noción de las ideas como fuerzas históricas significativas que cruzan a través de varias generaciones, se ha perdido en gran medida como consecuencia de los efectos del pesimismo cultural que abatió a muchos de los de mi propia generación de la Segunda Guerra Mundial bajo la presidencia de Truman y después. Los estadounidenses jóvenes de la actualidad, entre otras nacionalidades, sufren un efecto específico de pesimismo cultural, que un Percy Shelley, entre otros, no compartían. Nosotros pensábamos en términos de una deuda hacia los que dieron a nuestra generación y a algunas generaciones futuras una ventaja relativamente inmortal, y, también, una deuda a ser honrada a los que participaran en lo que nosotros tenemos que proponernos hacer posible.

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I. EL ESPACIO-TIEMPO Y LA MATERIA HOY

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La hipótesis de trabajo de la que depende la dificultad precedente, recién planteada, refleja una creencia al efecto de que alguna evidencia presupuesta muestra que las mentadas categorías "tradicionales" de "espacio, tiempo y materia" dependen de dos suposiciones, suposiciones que, de hecho, dependen de una creencia falsa, pero popular.

La primera de esas suposiciones, es la opinión ciertamente popular de que las percepciones sensoriales nos muestran la forma realmente eficiente de existencia, cuando son, de hecho, equivalentes a sombras vistas del pasado y para el futuro, proyectadas por realidades no visibles. La segunda suposición, estrechamente relacionada, que en realidad depende de la primera, es la noción equivocada de la existencia del espacio como algo ontológicamente distinto de la idea de materia. Esa suposición apriorística se corresponde con la idea de "espacio vacío" como algo distinto de lo que se supone que es implícitamente una cualidad de la "materia" semejante a partículas. En cuanto consideramos la noción de las partículas percibidas como, digamos, "meramente" la expresión de singularidades dentro de un dominio cósmico de espacio-tiempo, entran en juego algunas ideas profundamente interesantes y productivas en lo práctico.

La primera corrección requerida, ciertamente provisional en ese punto, se expresa como una reflexión sobre esa falacia esencial que se ejemplifica en el argumento de Aristóteles sobre el cual, a su vez, se basan las presunciones matemáticas arbitrarias intrínsecamente falaces ontológicamente de las que dependen los apriorismos de la geometría euclidiana. Planteo el caso como sigue.

La presunción apriorística falaz sistémicamente inherente al dogma de Aristóteles y de Euclides, consiste en la noción de la existencia implícita de un "espacio inerte" en un universo para el cual se presume, como hacen Aristóteles y su seguidor Euclides, que la creatividad universal ha dejado de existir ya sea en lo que se considera materia o en lo que se considera espacio, por igual. Ese conjunto de suposiciones erróneas a menudo asociadas con Aristóteles y Euclides, es la premisa implícita del argumento en contra de un verdadero principio de creatividad, que se esgrime en favor de la creencia errónea asumida por Aristóteles, y también por Euclides, tal y como denunció ese fraude de Aristóteles, precisamente en ese respecto, Filón (conocido como "el Judío") de Alejandría.

La evidencia moderna pertinente en contra de los fraudes ejemplares de Aristóteles, es que la existencia conocida de la materia en el universo —sobre la cual estamos mucho mejor informados que el embaucador apriorístico Aristóteles— consiste en que el desarrollo de formas de vida sucesivamente superiores, es ontológicamente creativo en su expresión reconocible como una serie ordenada de órdenes sucesivamente superiores de desarrollo. Contrario a Friedrich Nietzsche, Dios no está muerto: el universo no está muerto, sino que, como denunció Filón a Aristóteles precisamente sobre ese punto, el universo, y también el individuo humano, es inherentemente, deliberadamente creativo por naturaleza innata, como lo lleva a uno a esa conclusión el primer capítulo del Génesis, de modo notable.

Desafortunadamente, Génesis 1 es sumamente sospechoso para muchos científicos hoy día. Esa sospecha se basa, principalmente, en la suposición engañosa, pero sentida con fuerza, de que Génesis 1 es una enseñanza religiosa, y por lo tanto, no científica. Ciertamente, durante los sucesivos cautiverios babilónico y aqueménida, los captores se tomaron libertades sincretistas repugnantes con el producto original de la doctrina hebrea, y hay ahí otros problemas de consecuencia similar. Pero, desde el punto de vista del científico calificado atinente hoy día, Génesis 1 en sí mismo no comparte ese tipo de defecto sistémico inducido sincréticamente.[4]

Para replantear mi razonamiento respecto al contenido de Génesis 1 —distinto al mito de Adán y Eva, de fuente mesopotámica pagana— el universo debe ser tratado como inherentemente creativo en todas las expresiones de su existencia como universo.[5] Dentro de ese proceso, la creatividad asume la forma expresada de lo que es ontológicamente específico a los órdenes superiores de existencia que se generan, como en el razonamiento sistémico de V. I. Vernadsky. El principio de la vida dentro del universo, es una expresión de esto, desde lo que sea que se pudiese seleccionar cuidadosamente como noción de un punto relativo de "comienzo".


Esta composición ilustra la interacción de las tormentas solares y la magnetosfera de la Tierra. La magnetosfera se extiende 40,000 millas desde la superficie de la Tierra en la dirección del sol, y más en otras direcciones (para mayor abundamiento, ver el video, en inglés, de Creighton Jones del Equipo del Sótano de LaRouchePAC, ``The Cosmic Implications of NAWAPA’’. (Composición: NASA).

Toma el ejemplo del sistema solar como ilustración. Considera algunos hechos generales conocidos sobre esto, hechos que tienen mala fama debido a que su presencia se toma como una ofensa a las almas sensibles de los ignorantes perpetuos.

Nuestro Sol es, y siempre fue, de hecho, creado como un apéndice relativamente joven de nuestra galaxia. El sistema solar es una consecuencia natural de ese Sol, un Sol que, a su vez, generó un estado superior de organización dentro de su dominio, un estado superior tal como lo que se conoce como sistema solar. Dentro de ese sistema solar, aparecieron las condiciones para la propagación de la vida; después de un largo tiempo, a través de órdenes sucesivamente superiores de complejidades, de procesos vivos que se abrieron camino ascendentemente, hacia la aparición de las especies creadas de orden superior como la humanidad. La humanidad, desde ese momento, ha realizado un tanto de creación original por sí misma, un logro que es único de la humanidad entre las especies vivientes conocidas actualmente, y, esperemos, se le permitirá continuar haciéndolo, a pesar de lo que son, en el mejor de los casos, las falsedades despreciables de Aristóteles y afines.

La humanidad es única en tanto expresión de una especie de existencia cuyos poderes de creatividad son voluntarios, a diferencia de la forma de creatividad verdadera que representan todas las demás expresiones de especies vivientes conocidas actualmente. La cuestión que he de poner de relieve aquí, es que la creatividad como tal, y también la creatividad voluntaria, se han de distinguir una de la otra como categorías cualitativamente distintas, del modo siguiente.

Por un lado, la creatividad real se ha de tratar, contrario a la vulgaridad de Aristóteles y otros reduccionistas, como una característica natural del universo. La distinción de la especie humana respecto a la vida conocida en general, es que es voluntaria, como algo específico de la humanidad, en vez de la creatividad inconciente ostensiblemente, aunque aún así eficiente, de la litósfera y la biósfera. La noción del término "Creador" es, científicamente, la noción de la necesidad de la existencia de algún principio de acción que sea equivalente a una capacidad voluntaria como la característica ontológica esencial de la existencia de un "universo" antientrópico. Una noción tal como la que empleó Albert Einstein en su elogio de la perfección única específica del descubrimiento singularmente original expresado por Kepler de un principio universal de gravitación, una hazaña lograda con la ayuda de un concepto implícitamente platónico de la práctica de la "hipótesis sustituta".

El bosquejo que he trazado así, hasta aquí en el presente capítulo, concierne a la existencia necesaria del principio voluntario expresado por la existencia de la noción de una cualidad voluntaria de creatividad universal cuando se expresa como asociada, específicamente, de la percepción sensorial humana individual. Esta noción, no obstante, encuentra ciertas incertidumbres en la mente del lector habitual. Esas incertidumbres son las que abordo, con los remedios en mente, al plantear las premisas del presente informe.

Dios y el hombre

Es necesario que nos apartemos, aunque sea por un momento, de lo que se ha escrito aquí hasta ahora, de modo que podamos destacar una cuestión de importancia decisiva, una cuestión que, por decirlo así, tocó a nuestra puerta en respuesta al caso de la hipótesis sustituta.

La suposición de que el hombre fue generado a partir de las formas inferiores de vida, se ha enseñado ampliamente, incluso por uno de los varios ideólogos británicos emblemáticos que se encuentran entre las filas de la ciencia soviética, el adversario del académico V. I. Vernadsky, conocido como A. I. Oparin. Aunque no hay premisa alguna para creer que el ordenamiento de la aparición de las formas de vida sobre la Tierra, no procedió desde órdenes de existencia de especies vivientes más simples a formas relativamente superiores, lo cierto es que la evolución ascendente de las formas de vida terrena como tales, es el reflejo de un principio eficiente de vida per se, en tanto distinto de la no-vida. El hecho pertinente es que el universo mismo, hasta donde lo conocemos actualmente, está ordenado por un principio universal de progreso desde órdenes de organización relativamente más primitivos, a superiores.

Que Oparin y demás como él, argumenten lo que puedan, es irrelevante en tanto que, con sus vulgares suposiciones a priori, y bastante arbitrarias en realidad, evaden la evidencia eficientemente concluyente, de que el progreso hacia formas superiores de vida continúa reflejando un principio ordenador preexistente del universo en su totalidad: es decir, la creatividad.

En este respecto, Oparin, a manera de ejemplo, fue víctima de las mismas sandeces reduccionistas que llevaron a la idea absurda de la existencia de una "segunda ley de la termodinámica", como en el caso de Rudolf Clausius y otos del siglo 19, para fabricar la idea de lo que llegó a conocerse como "Segunda Ley de la Termodinámica".

Esa presunción académica tonta, pero enseñada extensamente, se basa en voltear la ciencia al revés, al dejar de reconocer que el prerrequisito esencial para la existencia continua de un "nivel" presente de estado físico, predetermina que solo las funciones evolucionarias antientrópicas pueden sobrevivir como cualidades aceptables de los estados predominantes de la naturaleza. La evidencia mal empleada por Clausius y demás para proponer, en efecto, una "segunda ley de la termodinámica", es en realidad la misma idea que Esquilo identifica como la prohibición a la humanidad del uso del "fuego" por el hijo de la concubina Olimpia, Zeus. En otras palabras, los argumentos de reduccionistas como Oparin, dependen de un estado de adoración religiosa a lo que los antiguos del tiempo de Esquilo conocían como el "principio oligárquico", una idea que ha sido lugar común entre el Imperio Romano y sus sucesores, una sucesión que se continúa en la forma de la ideología imperial británica hasta la fecha, en expresiones tales como la exigencia fanática de la monarquía británica de una práctica global de reducción genocida de la población humana. El caso de la ideología marxista de A. I. Oparin, típicamente británica, es emblemático de las presunciones axiomáticas de las que dependen las doctrinas pro genocidas del Fondo Mundial para la Vida Silvestre (World Wildlife Fund).[6]

En la historia de la Unión Soviética, por ejemplo, la más emblemática de las influencias que sustentan la práctica científica exitosa, es la asociada con el académico V. I, Vernadsky, quien fue el autor principal de los programas científicos nucleares soviéticos, entre otros muchos logros importantes.

Así, en los Estados Unidos de hoy, la ciencia es en la actualidad tan víctima de influencias corruptas, principalmente británica, como lo llegó a ser la ciencia soviética a manos de Oparin. La fuente principal de la podredumbre en la ciencia, en todo el mundo en general, hoy todavía, y mucho más que en la época del Presidente Kennedy, es lo que presenciamos en la influencia de la pseudociencia pro fascista del "ambientalismo" oficial actualmente.

¿Por qué mintió Aristóteles?

A estas alturas del informe, es de importancia decisiva para el lector que yo haga énfasis en el hecho de que, el de Aristóteles, no fue un error nacido de la ignorancia inocente; Aristóteles mentía.

Como muestra Esquilo a lo largo de los restos conocidos de sus dramas que sobreviven, la doctrina esencial de ese centro de la misma antigua maldad que se halla en la obra de Aristóteles, es la que se expresa en el culto de Delfos del Dionisio-Apolo, una maldad que se expresa como la noción de una clase dirigente que se designa como "los Dioses", o, en otras palabras, "los inmortales", en contraste con una clase baja designada como "mortales". Específicamente en la historia europea, la categoría de los clasificados como los "inmortales" fue mejor conocida de modo emblemático como los descendiente de la concubina Olimpia y su progenie, diferente a "los Titanes", en tanto que ambos tipos anteriores eran tratados como distintos a la supuesta clase de los "mortales".

Vernadsky sobre la radiación cósmica

 De la obra La Biosfera (1926), del biogeoquímico y académico soviético Vladimir I. Vernadsky. 

La faz de la Tierra vista desde el espacio celestial presenta una apariencia singular, diferente a la de otros cuerpos celestes. La superficie que separa al planeta del medio cósmico es la biosfera, visible principalmente debido a la luz del Sol, aunque también recibe una cantidad infinita de otras radiaciones desde el espacio, de las cuales solo una pequeña fracción nos es visible. Difícilmente nos damos cuenta de la variedad y la importancia de estos rayos, que cubren un enorme rango de longitud de onda...

Esta poderosa fuerza cósmica le imparte un nuevo carácter al planeta. Las radiaciones que se derraman sobre la Tierra causan que la biosfera asuma propiedades desconocidas en las superficies planetarias sin vida, y transforman así la faz de la Tierra. La materia de la biosfera, activada por la radiación, colecta y redistribuye la energía solar, y la convierte en última instancia en energía libre capaz de hacer trabajo sobre la Tierra.

Por lo tanto, la capa exterior de la Tierra no se debe considerar como una región de materia sola, sino también como una región de energía y fuente de transformación del planeta. En gran medida, fuerzas cósmicas exógenas conforman la faz de la Tierra, y como resultado, la biosfera difiere históricamente de otras partes del planeta. Esta biosfera juega un papel planetario extraordinario...

Llegamos a esta conclusión a través de nuestro entendimiento de la materia de la biosfera, un entendimiento que se ha modificado profundamente por la evidencia contemporánea de que esta materia es la manifestación directa de fuerzas cósmicas que actúan sobre la Tierra. 

Los "inmortales" de la sociedad mediterránea fueron, de manera categórica, la expresión de una cultura marítima que imperó en las culturas marítimas europeas con centro en el Mediterráneo (y después, transatlánticas), a partir del declive relativo del otro sistema de presuntos "inmortales" propios de las culturas imperialistas, ribereñas y demás, con centro en Mesopotamia. La combinación de las clases dirigentes de "los inmortales" y la similitud de esa otra, representaban lo que la cultura extendida centrada en el Mediterráneo identificó lo que es, en principio, "el modelo oligárquico", que impera como fuerza política con poderes adoptados de ley universal no solo en el contexto específico de la civilización europea en general, sino en cualquier otra parte, todavía hoy.

La civilización europea, desde aquellos tiempos antiguos, ha estado dominada por el mismo "modelo oligárquico" del culto Délfico de Apolo-Dionisio. El papel de la política en la corrupción de la ciencia no solo sigue siendo generalizado, sino omnipresente en las doctrinas políticas de las naciones del mundo, hoy todavía.

Al presente no hay ningún remedio visible a este tipo de corrupción política de la ciencia y sus aplicaciones, hasta que concedamos el hecho de que la organización del universo está ordenada a partir del Creador hacia abajo, y de ahí, lo que actualmente conocemos como la humanidad, con todo lo demás que hasta ahora conocemos en el universo, hoy día, como algo inferior en orden de existencia, en poder consciente de creatividad, que la humanidad hoy día.

Para volver a plantear el razonamiento inmediatamente anterior: la naturaleza del universo se debe educir a partir de la secuencia sucesiva de cambios de existencia cualitativos, como de la secuencia de formas superiores de vida a partir de formas relativamente inferiores. Esto también se aplica a la química de los productos de la radiación solar que se hallan en el sistema planetario del Sol, relacionados a los estados superiores de organización del sistema planetario, con relación a la organización del Sol mismo.

Reduccionistas como A. I. Oparin, cometen el error de atribuir los productos de un principio de la vida, a una extensión de la continuación de lo no vivo.

Es cierto que los asuntos planteados por el error terco de Oparin constituyen lo que muchos pueden considerar como un tema abierto y de gran alcance. Esas dificultades de tipo específico se disipan cuando consideramos la relación antientrópica de la vida con lo no vivo, y, de forma más destacada, una acción de orden superior tal como los efectos de los descubrimientos humanos y el empleo de los efectos físicos antientrópicos de los avances en la creatividad científica en relación al papel del hombre en la Tierra.


El finado biólogo soviético Alexander I. Oparin (derecha). La premisa incompetente de su teoría del origen de la vida, es que no hay diferencia fundamental entre la materia viviente y la no viviente.

Es cierto que ha habido muchos y también repetidos retrocesos de la humanidad, de una organización relativamente superior de sociedad, a una inferior. Sin embargo, todas las instancias bien conocidas de tales formas en las culturas expresan una intención deliberada de un estrato dominante de personas en la sociedad, para impedir el progreso de las condiciones de vida requeridas para sostener a la mayoría. Toma el caso del franco promotor del genocidio, el Fondo Mundial para la Vida Silvestre, iniciado por el príncipe Felipe de Gran Bretaña y su cómplice el príncipe Bernardo de los Países Bajos, en meter hoy a la fuerza este fondo cada vez más ampliamente en todo el planeta. El fraude científico que representa el mentado "movimiento ambientalista" actualmente, ilustra esta idea: la supresión del progreso científico tecnológico, por medios que efectúan un incremento acelerado de la tasa de entropía, cada vez más homicida, presenta la evidencia científica concluyente sobre el tema. A lo largo de la historia de los imperios, el genocidio intencional efectuado a través de la prohibición del progreso ha sido el principal medio con el cual los pocos y poderosos efectúan el genocidio mediante la supresión del progreso de la mayoría.

Así, el modelo oligárquico, como se puede rastrear en las culturas europeas hasta la conspiración organizada en la Isla de Capri entre Octaviano y los sacerdotes de Mitra, la conspiración que estableció la existencia del Imperio Romano, desde la época de Octaviano hasta la monarquía británica hoy día, sigue siendo el enemigo de la civilización contra el cual se ve obligada a luchar la causa de la humanidad, en la vida política, y en la ciencia, hasta el día de hoy.

Roma y el modelo oligárquico marítimo

Los procesos que delimita el período que va desde la caída de la tiranía aqueménida, hasta el modelo sistémico actualmente extendido de la sociedad europea, siempre han sido la expresión de un modelo imperialista de una sociedad oligárquica marítima monetarista del tipo que se llegó a conocer como modelo imperial romano oligárquico marítimo. Este ha sido un modelo que siguió como evolución de una historia continua del modelo imperial romano desde los acuerdos contractuales del futuro emperador César Augusto, que se acordaron en la Isla de Capri, entre Octaviano (posteriormente César Augusto) y el sacerdocio del Culto de Mitra, hasta la forma británica presente del dominio de ese mismo modelo imperial romano en su reencarnación británica actual.

Este ha sido el Modelo Aristotélico, ya sea nombrado así, o, como se encuentra también en su apariencia moderna sarpiana ligeramente revestida.

La creación del modelo marítimo del imperio romano, se centró en la tradición marítima del culto monetarista imperial marítimo de Delfos, la secta que representaba la tradición de este legado de Delfos Apolo-Dionisio, que Platón tenía puesto en la mira. El agente macedonio y más famoso envenenador de la época de Felipe de Macedonia y de su hijo y enemigo, Alejandro el Grande, fue el Aristóteles que se ha mantenido como modelo del sumo sacerdote de las expresiones mediterráneas de las formas marítimas del modelo oligárquico imperialista hasta el presente día brutalmente británico de los devotos de la secta de Aristóteles. El modelo europeo moderno (sarpiano, Adam Smith) de la expresión británica del imperialismo marítimo romántico, es, como exigiría el famoso lord Shelburne, la extensión británica de ese mismo legado imperial romano que impera sobre Europa misma (y frecuentemente más allá) hoy.

Dentro de los límites de esos puntos de referencia histórica y similares, las ideas de un sistema oligárquico de derecho universal que sustentan al sistema imperial británico, no son solo las de la Roma imperial, sino las de la base más amplia que se remonta al núcleo de la tradición oligárquica que se halla en el culto de Delfos Apolo-Dionisio.

Esa noción oligarca misantrópica de un cuerpo universal de derecho supuestamente "natural", se centra en la noción de que la existencia de reyes y reinos depende del consentimiento de la existencia de los reinos desde los cuales se deriva el monopolio imperial de los principios y la autoridad de la ley. El sistema oligárquico moderno se deriva, de manera próxima, de esa tradición del derecho imperial europeo que se ejemplifica en el intento de racionalizar tal código de derecho imperial oligárquico que hizo el ideólogo Henry Maine, quien lo trazó retrospectivamente, a partir del imperialismo británico del siglo 19 hasta Justiniano, hacia las nociones representadas en los orígenes del sistema marítimo de la secta monetarista intrínsecamente imperialista de Delfos.

El principio de imperio, tal como el de la antigua Roma o de la monarquía británica moderna, dicho de forma simple, consiste en evitar que la gente avance en sus niveles de inteligencia, se debe evitar que la masa de la población progrese "muy rápido" en sus condiciones de conocimiento y en la práctica de la vida y se debe renovar ese compromiso oligárquico, de vez en cuando, ocasionando un período de "nueva era de tinieblas", de vez en cuando.

La persona que fue probablemente el hombre más malvado en la experiencia de mi tiempo, fue Bertrand Russel de Gran Bretaña. Considera el siguiente pasaje emblemático de Russell de su El Impacto de la Ciencia sobre la Sociedad de 1952:

"Los tiempos malos, se puede decir, son excepcionales, y se pueden tratar con métodos excepcionales. Esto ha sido más o menos cierto durante la luna de miel del período del industrialismo, pero dejará de ser cierto a menos que se pueda disminuir drásticamente el incremento de la población. En la actualidad la población del mundo se incrementa en unos 58,000 por día. La guerra hasta ahora, no ha tenido un efecto muy grande en este incremento, que continuo a lo lago de cada guerra mundial... La guerra... hasta ahora ha sido decepcionante en este sentido..., pero tal vez la guerra bacteriológica pueda resultar más efectiva. Si se pudiera esparcir una Peste Negra en todo el mundo una vez en cada generación, los sobrevivientes podrían procrear libremente sin llenar demasiado al mundo... El estado de cosas podría ser algo desagradable, pero, ¿y qué? La gente realmente magnánima es indiferente a la felicidad, en especial la de otra gente... Los actuales centros urbanos e industriales habrán de quedar abandonados, y sus habitantes, si siguen vivos, habrán de regresar a las adversidades campesinas de sus ancestros medievales... Cuando por primera vez me volví políticamente consciente... el Imperio Británico parecía eterno, el país era aristocrático, rico y se hacía más rico... Para un hombre viejo con tal bagaje, es difícil sentirse en casa en un mundo de... supremacía estadounidense".[7]

Es recomendable que ese grupo de citas se compare con la política británica de hoy, como establece el Fondo Mundial para la Vida Silvestre (WWF) esquemas tales de genocidio tipo Hitler, planes actualmente en marcha hoy con el Presidente Barack Obama.

El Caso de Paolo Sarpi

En este respecto, el derecho imperial británico moderno, se remonta, en la superficie de las cosas, a lo que devino ladinamente en un supuesto adversario del precedente artistótelico, el mentado "liberalismo de Paolo Sarpi. Sin embargo, en la realidad, como destacaron criaturas depravadas tales como Bertrand Russell, el liberalismo británico sarpiano es en realidad una versión nominalmente protestante, convenientemente elaborada, después de Trento, de la misma tradición romana de imperialismo, de Sarpi: un imperialismo romano tradicionalmente aristotélico. El dogmatismo ockhamista de Sarpi es Aristóteles diseñado para la edificación personal de los modernistas estupidizados.

Por ejemplo, ese esfuerzo en torno a la paternidad imperial británica hoy, como en el esfuerzo actual liderado por los británicos para disolver a Europa en el núcleo de un pretendido imperio "unimundista controlado por los británicos, es simplemente un reflejo de un imperialismo romano que Europa nunca sacó exitosamente de su propio territorio. La única parte de ese plan británico para el mal que no puede funcionar, es la pretendida supervivencia del actual sistema británico mismo, que arrastraría, a menos que se le impida, a todo el planeta, incluyéndolos, a la era de tinieblas más desastrosa de toda la humanidad jamás conocida en la historia hasta ahora.

Nada ilustra más rápidamente esas implicaciones mencionadas de las influencias de Aristóteles y Sarpi, como el hecho de que Karl Marx y el marxismo fueron, lo mismo que ya he mencionado del agente de Federico Engels criatura de la Sociedad Fabianael traficante de armas británico Alexander Helphand, de notabilidad por la "guerra permanente, revolución permanente. El protegido de la Sociedad Fabiana de Engels, Parvus-Helphand, fue un resultado del mismo imperialismo británico que había sido recién diseñado y creado con el jefe de la inteligencia británica lord Palmerston, en la misma dirección de la "Joven Europa que la oficina de Relaciones Exteriores de Palmerston había utilizado para crear la doctrina esclavista en la insurrección de la Confederación dentro de Estados Unidos. Ésta Confederación estuvo dirigida desde Londres, por quien llegaría a conocerse como tío y mentor de Teodoro Roosevelt, James D. Bulloch, quien fue el espía principal de los confederados que operaba contra Estados Unidos desde una base en Inglaterra.

De este modo, a menudo, como en el caso del papel decisivo de Teodoro Roosevelt en lograr que Estados Unidos apoyaran al Imperio Británico en la Primera Guerra Mundial, el origen de la verdadera víctima en una tragedia en el escenario de la vida real, se encuentra en la credulidad del público.

A menudo las guerras que sufre el mundo moderno, han sido expresiones de la tradición imperial romana de poner a los súbditos del imperio a pelear unos con otros, no sea que esos súbditos adquieran una tendencia hacia la independencia del dominio del imperio mismo. La infame "Guerra de los Siete Años de 1756 a 1763, y las guerras napoleónicas que se pelearon dentro de Europa continental bajo la supervisión británica y habsburga, son casos ejemplares. Así fueron esas guerras que se libraron recientemente como elementos de una epidemia, desde la salida de Bismarck hasta el momento actual en Afganistán y en otras partes, o incluso la posibilidad más bestial ahora de un ataque clínicamente demente contra Irán, dirigido por Israel.

Las negaciones puerilmente tramadas de tal protagonismo de la Oficina de Relaciones Exteriores británica, han sido el núcleo de un drama preparado para la edificación personal de especímenes crédulos, incluyendo a los norteamericanos nativos, de nuestros tiempos modernos.[8]

"El drama es la esencia, para captar del rey su consciencia. ¿Por qué el rey? ¡Simple! Para el provecho de ese emperador que domina por encima de los rangos de los simples reyes. Así, el mentiroso de Aristóteles, incluso después de muerto, todavía practica el arte imperial de engaños tales como esos. He explicado el papel de Paolo Sarpi como heredero de las prácticas aristotélicas en tales términos.

El problema con algunas definiciones

En mis discusiones anteriores sobre el tema de las percepciones sensoriales, he destacado que las percepciones tienen la cualidad de ser sombras proyectadas por la realidad, en vez de ser la realidad en si mismas. Al tratar de la radiación cósmica, distinto a las nociones comunes a las que se les atribuye un significado que es literalmente el de las percepciones sensoriales, las cosas se dan la vuelta. La radiación cósmica es el principio de acción que proyecta las sombras; lo que comúnmente consideramos como percepciones sensoriales, son sombras proyectadas por los efectos de la radiación cósmica. No es todavía el significado verdadero del tema de esa comunicación, sino que es el acto de comunicación, en vez de la mera forma de la sombra de esa acción.

En el caso aquí, en la cuestión del "Sexto Sentido, la mente humana trata directamente con la agencia que las meras percepciones sensoriales —tales como las de los famosos cinco sentidos— reflejan como sombras de la identidad humana real y su experiencia.

Considera algunos de los más accesibles medios de compenetración de esas funciones de radiación cósmica que se hallan dentro de las bandas de amplitud relativamente baja, consideradas (comúnmente) como más o menos favorables a la vida en general, y a la exposición humana en particular. Toma el caso de la música, una expresión de la radiación cósmica en sí misma, como una ilustración del tema. Considera dos casos de cambios para mal en la transmisión de música, ya sea interpretada dentro de un cuarto, o transmitida por medios tales como la radio o la televisión. ¿Qué sabemos que sea pertinente a lo que ha sido nuestro tema en este capítulo inicial del informe?

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II. LÍBRANOS DE LOS DELIRIOS DE UN REDUCCIONISTA

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Los dos principales descubrimientos singulares de Johannes Kepler, respecto a la organización del sistema solar fueron, primero, su descubrimiento de las órbitas de la Tierra y Marte con relación al Sol (como en su Nueva Astronomía), y su descubrimiento subsecuente del principio universal de gravitación (Las Armonías del Universo). Ambos descubrimientos reflejaban el descubrimiento de Filipo Brunelleschi de la catenaria y su utilización, en tanto que representa una curva física (funicular), en contraste con el sistema incompetente de Euclides, y correspondía al descubrimiento de un principio general de la ciencia física del cardenal Nicolás de Cusa, quien sigue siendo el fundador de la ciencia física moderna.

Anterior a los descubrimientos de Kepler, está el caso de Leonardo da Vinci, quien, entre otras cosas, mostró la relación entre la catenaria y la tractriz, con lo cual sentó la base para la contribución fundamental a la ciencia física de Gottfried Leibniz y su colaborador Jean Bernouilli. Fue Kepler quien le había señalado a quienes le siguieran, la importancia del descubrimiento del cálculo, lo cual se hizo, de forma única, por Leibniz, y lo cual inspiró a los contemporáneos de Carl F. Gauss en el tratamiento del segundo proyecto de Kepler, el descubrimiento de las funciones elípticas.

Esos logros crearon el marco para el siguiente paso adelante, el tema de las funciones abelianas, como fue adoptado y desarrollado por Lejeune Dirichlet y Bernhard Riemann, que se logró a pesar del tramposo y plagiario Agustín Cauchy, quien había fraudulentamente escondido su posesión de aquel trabajo de Niels Abel, que Cauchy había escondido y robado maliciosamente. El tratamiento que da Riemann a las funciones abelianas es excepcional por esta razón. De este modo, la obra de Dirichlet y Riemann es de la mayor pertinencia útil para el enfoque del siguiente tema.

Desde la perspectiva de la radiación cósmica, hay tres tipos de casos pertinentes de mala práctica musical que se deben mencionar con relación a nuestro tema en este informe. El primero es la sustitución de los instrumentos apropiados por medios digitales, ya que esta sustitución genera un confinamiento indebido, dentro del cual se pretende que se escuchen las interpretaciones musicales. El segundo, son las prácticas de la composición de la música y el habla que se relacionan, de forma implícita, a los criterios impuestos por el Congreso para la Libertad Cultural (CLC) de 1949, en contra de la composición clásica, que incluye el uso de una "afinación elevada" como sustituto de la afinación natural de aproximadamente C=256.[9]. El tercero, es recurrir a interpretaciones extremadamente estridentes, y a "efectos" caóticos, de ruido prácticamente, de uno de los otros dos tipos mencionadas.

La campaña del Instituto Schiller para regresar a la ``afinación de Verdi’’ (C = 256) captó el apoyo de grandes cantantes clásicos de renombre internacional. En la foto, un concierto patrocinado por el Instituto en 1994. De izquierda a derecha: el reverendo James Cokley, George Shirley, Detra battle, Kehembe (Valerie Eichelberger), William Warfield y Robert McFerrin. El ``Music Manual’’ del Instituto, cuya impresión está agotada, está disponible en CD-ROM (http://tiny.cc/az2bh). (Foto: EIRNS/Stuart Lewis)

Esos tres tipos de prácticas destructivas, tienen como efecto cortarle a la mente humana la experiencia cognoscible de lo que se define apropiadamente como modos creativos del pensamiento manifestado. Ese comportamiento problemático se ejemplifica en los hábitos asociados con el error grave de tratar el tema de la ciencia física como un estrato subalterno de la matemática digital formal. Para definir ese problema en otras palabras, debemos señalar la diferencia, como es en la práctica de la ciencia, entre las matemáticas físicas (las matemáticas en evolución cuyo desarrollo progresivo se deriva y se define del descubrimiento de principios físicos) y la física matemática (las matemáticas que confinan la definición de principios físicos a los productos de las meras matemáticas).

El cambio de registro natural que se establece en correspondencia a la escala bien temperada del C=256 aproximadamente, es, en sí mismo, una parte integral de la música verdadera. La falta de esto, cuando se adopta como programa, en vez de una imperfección de la intención, no es en pro de la creación; es el equivalente moral de la masturbación.

Los mismos principios que se exigen debidamente como normas para los modos clásicos de la interpretación musical, también se aplican a los objetivos de la alfabetización irónica clásica en el uso de la voz humana hablada, como en el rol de la poesía clásica.

Los mismos abusos que ocurren en contra de la buena educación, en el dominio de la voz hablada, asumen su carácter más perjudicial cuando en la lectura de un texto que simula poesía refleja una forma de articulación verbal vacía, pero aparentemente canónica, sin prestar la atención debida a la idea específica que debería aportar un contenido con sentido significativo. "Sonar bonito", no es necesariamente algo elegante en relación al contenido de la idea real de las palabras cuando la prosodia no tiene correspondencia con la expresión de la idea significativa pertinente, o, cuando se usa la mera verborrea en un intento de parecer bonito, pero sin ningún contenido de importancia alguna en lo que se expresa, o, que es incluso un balbuceo sin sentido que se emite como si fuera "bonito". A veces, las simulaciones de preciosidad al hablar, le deben más al espíritu de una casa de prostitución, que al de un intento sincero de presentar expresiones significativas de ironías clásicas importantes.

La ciencia, como las grandes composiciones artísticas clásicas y sus interpretaciones, es un proceso de descubrir, o al menos simplemente revelar, principios físicos que esperan a ser descubiertos por medio de ironías que van más allá del dominio de las matemáticas físicas preexistentes, tal como lo ejemplifica la comprensión de Albert Einstein de la verdadera cualidad singular de genio en el descubrimiento original del principio de gravitación universal de Johannes Kepler. Esta cualidad de "estar más allá", como la cualidad de exterioridad de la hipótesis virtual, es un criterio adecuado para definir la verdadera creatividad científica.

La creatividad, así definida, a menudo requiere lo que pudiera parecer a muchos el "efecto discordante" de una ironía deliberada, en donde con no poca frecuencia reside el significado de la declaración que se quería. Observa el ejemplo de lo que puede parecer, muy brevemente, una disonancia discordante metida en un lugar de la composición, que resulta ser el momento en el cual se pone en juego el comienzo de la resolución de una nueva idea. Toda creatividad verdadera se basa precisamente en este tipo de recurso. No hay canciones de cuna en la composición clásica, excepto, rara vez, cuando se pretende poner al público a dormir, o quizás, solo parece amenazar con ponerlos a dormir, para mejor llamar su atención con el encuentro de una idea sorprendentemente bella.

Este punto se ilustra con algo de excelencia en la famosa interpretación de la Novena Sinfonía de Schubert en Londres bajo la dirección de Wilhelm Furtwängler [10].

Habiendo dicho todo esto en ese respecto, sacude ahora tú atención a la idea que constituye la intención de esta presente composición como totalidad.

Esa misma distinción se expresa de otra manera por el rol de la metáfora y demás ambigüedades, que se manifiestan como desviación de lo que se denomina como "definiciones literales de significados preestablecidos". De hecho, toda creatividad verdadera en el trabajo científico y demás, se ubica, de modo inherente, fuera de los límites de los significados literales preestablecidos. De aquí las bromas bien merecidos sobre el tema del "funeral de un gramático".[11] El patrón de lo que debe ser visto propiamente como algo infame, el manual de uso del New York Times, es un ejemplo de esto.

La ilustración más simple del principio comprendido en estas consideraciones, lo aporta el hecho demostrable de que el progreso siempre ocurre fuera de los confines de los límites actualmente predefinidos de la calidad del desempeño. El trabajo en el desarrollo de la investigación sobre las implicaciones más profundas y más amplias de la radiación cósmica relacionada, funcionalmente, con el "sexto sentido", se considera debidamente como emblemático de este camino al éxito. Nunca se ha comunicado una gran idea por medio de la deducción, contrario al carácter mítico cocainómano de "Sherlock Holmes"; todas las nociones significativas se expresan en las singularidades de la radiación cósmica.

Todo esto dicho, a manera de introducción, hasta aquí. Sitúa ahora el trabajo que se tiene que hacer en este informe, revisando lo que he presentado en informes anteriores, como lo que se conoce actualmente sobre los principios de la creatividad científica como tal.

Definición de la creatividad humana

Aunque estamos facultados para medir el efecto de la creatividad real, no existe formulación matemática que pueda definir la generación de tal creatividad real. Por motivos relacionados a la falta generalizada de conocimiento de lo que representa en realidad la creatividad humana, el mero término "creatividad" a menudo se adopta para describir efectos que no tienen relación causal alguna con la creatividad real como tal.

La creatividad se expresa en el conocimiento de principios físicos, u otros comparables, que no son accesibles implícitamente desde los confines de la evidencia experimental conocida previamente. Pertenecen, en sus orígenes humanos, al dominio de la imaginación artística clásica. El descubrimiento de un principio ya conocido que hace un estudiante, se debería emplear como el desarrollo deseado de la capacidad del estudiante para reconocer los tipos de actividad mental por medio de los cuales el estudiante llegará a comprender, ojala, la naturaleza general de tal descubrimiento de principios. Si la mente de ese estudiante no se dota más o menos ricamente de una compenetración del principio de la imaginación artística clásica original, es probable que el estudiante no logre tratar aquellos aspectos de la indagación científica que se corresponden a la imaginación de grandes científicos físicos tales como Brunelleschi, Nicolás de Cusa, Leonardo da Vinci, Johannes Kepler y Godofredo Leibniz.

Así, el método de descubrimiento apropiado para la ciencia física encuentra su precedente dentro de la experiencia de la ironía artística clásica, como procuró William Empson, por ejemplo, aclarar este punto en su Siete tipos de ambigüedad. En esto, la ciencia le debe algo esencial al método de ironía en la composición artística clásica. Ahí reside la dificultad habitual.

Esa dificultad entre estudiantes con título de posgrado en materia de ciencia física, como la pérdida de una inclinación previa hacia tales cualidades de comprensión, es a menudo un efecto notorio en los estudios de estudiantes de posgrado, como señaló el destacado especialista en tales asuntos, el profesor Lawrence S. Kubie en la edición de Daedalus de la primavera de 1962.

El esbozo esquemático de los varios pasos respectivos por los que debemos pasar al tratar de aclarar esta dificultad, se puede introducir de la siguiente manera.

En el nivel más bajo de dichos intentos, tenemos el intento por definir la creatividad en términos de efectos de la percepción sensorial. En el nivel de la percepción sensorial, la dificultad inmediata se encuentra en el hecho de que las percepciones sensoriales no son la realidad; la mejor manera de describirlas es como sombras proyectadas por efectos que son, en y de por sí mismos, "inadvertidos' por la percepción sensorial humana directa.


``El astrónomo’’, de Jan Vermeer, 1668. La creatividad, escribe LaRouche, ``se expresa en el conocimiento de principios físicos o comparables, que no son accesibles implícitamente dentro de los límites de las evidencias experimentales conocidas previamente. Pertenecen, en sus orígenes humanos, al dominio de la imaginación artística clásica’’.

Lo que podemos lograr en este aspecto de los asuntos inmediatamente bajo consideración aquí, es que sepamos que las percepciones sensoriales son expresiones de efectos incitados por algo real, algo que no se conoce directamente del intento de leer las percepciones sensoriales.

Avanzamos de manera significativa siempre y cuando viramos nuestra atención de los efectos de la percepción sensorial, al espacio-tiempo de la radiación cósmica, el dominio del principio de las funciones de la relatividad física. Ahí encontramos algo que parece acercarse más a nuestra meta que la dependencia de la percepción sensorial como tal; pero lo que hemos alcanzado en este intento, son esos principios que reposan, como lo identificó Bernhard Riemann, más allá de nuestro conocimiento directo, los efectos que residen dentro de los respectivos dominios de lo muy grande y lo muy pequeño.

Podríamos sosegar nuestra creciente sensación de frustración, enfatizando que la radiación cósmica es, como la propia percepción sensorial, una cualidad de conocimiento que reside en la función del cerebro humano viviente; pero, eso luego falla, porque el cerebro como tal es un objeto de la percepción sensorial. Sin embargo, existe la sugerencia de una directriz que es remedio para eso; es el hecho de que la mente, y no el cerebro, alberga el efecto llamado "mente", lo cual se nos ofrece como ubicación posible de una solución.

Hasta ese punto, en esa sucesión de etapas hipotéticas, hemos logrado algo que, sin lugar a dudas, es útil, pero que no es una solución real al problema conceptual planteado, en sí.

Ensaya otro enfoque: ¿Puede la mente humana conocerse a sí misma? O, mejor dicho, ¿se conoce a sí misma la verdadera creatividad?, y ¿de qué manera? En otras palabras, ¿se conoce a sí mismo el universo como objeto conceptual? ¿No es un hecho el que la creatividad, situada así, representa una cualidad de auto-mensura de la existencia del universo?

Si eso, la medida de la creatividad por la creatividad, se permite como una forma de solución, la medición de la acción por un concepto apropiado de acción en sí nos presenta con la idea de un tipo de solución.

Esto, sin embargo, requiere un universo que es intrínsecamente antientrópico, mínimamente, si abordamos el tema desde el punto de vista de nuestro conocimiento actual real al respecto.

Ahora, dado que hemos avanzado hasta aquí en la definición de una hipótesis plausible, nos vemos obligados a examinar las dos hipótesis obvias respecto a la noción de un universo antientrópico: ¿Es el universo realmente entrópico, o antientrópico?

Considerado como una cuestión social

La llamada "segunda ley de la termodinámica", cuando se le considera a la luz de lo que acabamos de considerar hasta aquí, nos precisa que ahora tenemos que escoger entre un universo que se autodesarrolla, y uno que se autodestruye, este último el universo ("dionisiaco") fascista de Federico Nietzsche, Werner Sombart, Joseph Schumpeter y gente afín. De ahí la noción délfica de Apolo-Dionisio.

"¿Es el nuestro un universo que se expande, o es entrópico?"

La pregunta se elimina a sí misma. Un universo basado en un principio de autodestrucción no podría haber sido la definición universal de un universo en principio; o, era un universo que había sido un universo creativo, pero cuya creatividad había muerto antes de que el hombre hubiera llegado a existir, como lo había sostenido implícitamente Aristóteles. Esto lo retomó Filón, pero había cambiado en principio, en tanto que él da por sentado que la creación es un principio verdadero, y no un diseño "mecánico' que puede o no continuar. Claro, de hecho la evidencia es que el universo se autoexpande. Nótese que esto atañe a la cuestión de la tercera y última sección de la tesis de habilitación de Bernhard Riemann, la cuestión respecto a lo sumamente grande y lo sumamente pequeño.

Para ayudar a las autorreflexiones de la mente sobre tales materias, considera el intervalo relativamente muy largo cuando la vida estaba en un estado unicelular o algo comparable, en contraste con el tiempo relativamente corto del progreso desde estados unicelulares hasta el estado humano actual. Traza los aspectos conocidos del modo en que se desarrolló el proceso de generaciones sucesivas del estado de la Tierra mediante esas transformaciones sucesivas por las cuales la vida humana en la Tierra llegó a ser un estado de existencia permitido, como ahora. La vida humana en la Tierra se volvió posible porque el desarrollo de la Tierra misma hizo posible la vida humana aquí.

Una vez que se ponen a un lado las especulaciones brevemente consideradas, la proposición que queda ante nosotros de manera práctica es la noción de un universo autocreativo. Sin embargo, aun después de que se haga a un lado la posibilidad de un universo inherentemente entrópico, y por lo tanto autodestructivo, hay una cuestión diferente a considerar. Aquí, la discusión vuelve nuestra atención a algo de conocida relevancia: el tema de la trilogía de Prometeo de Esquilo. Como he dicho: ésta es una cuestión social.

Por lo menos desde la decadencia de Sumeria, primero, en un sistema de lo que algunos arqueólogos han identificado como un "campesinado tipo feudal", y más tarde, al estado de esclavitud que significó la ruina de Sumeria, la tendencia característica en la sociedad ha sido la del uso de algunas personas por parte de otras casi como ganado, como virtuales manadas de criaturas tipo ganado, que se tienen que sacrificar de acuerdo a lo que decida el capricho o algún interés especial de los "ganaderos", tales como el presidente Barack Obama, que arrean a esas personas que consideran una forma de ganado al matadero. Tal es precisamente el programa del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) creada por el príncipe Felipe de Gran Bretaña y el príncipe Bernardo de Holanda. Sumeria fracasó, pero la civilización progresó al final de cuentas.

Es de notar que el programa del Fondo Mundial para la Naturaleza no empezó ni con Werner Sombart ni con Joseph Schumpeter. Ya era la política del presidente fanático Teodoro Roosevelt, como lo expresaba el fomento de la esclavitud por parte del tío y mentor de Teodoro Roosevelt, James D. Bulloch, un agente británico y espía de la Confederación. El presidente Teodoro Roosevelt luego consagró su presidencia a la destrucción de los prerrequisitos para el desarrollo del rol del planeta Tierra como medio ambiente humano, como lo hicieron después de él los príncipes Felipe y Bernardo del Fondo Mundial para la Naturaleza. No es sino lo que se conocía como "el principio oligárquico" de los tiranos aqueménidas y babilonios, y el acuerdo contratado entre el rey Filipo de Macedonia y el emperador aqueménida, y la tiranía babilónica anteriormente. Todos esos sistemas conocidos en la historia se han vuelto fracasos sistémicos. Sin embargo, por el contrario, el desarrollo de fuentes de oxígeno por parte de la Tierra, creó la capa de ozono de la que dependen las formas superiores de vida.

No hay nada que la ciencia competente considere propiamente misterioso al identificar las causas de las crisis de desintegración de todos esos sistemas, como el del imperio británico y sus cómplices en la actualidad. Con nuestro conocimiento actual de algunos aspectos decisivos de períodos relativamente anteriores, en que la vida se expresaba principalmente en formas unicelulares, ya no debe haber misterio alguno sobre por qué todos los sistemas sociales basados en el crecimiento físico-económico relativamente nulo de las poblaciones humanas, habrían convergido en un desplome inevitable, como se viene encima, mundialmente, en el momento actual.

Como cuestión físico-económica

Entre más aprendemos sobre nuestro universo, en especial del control sobre la vida dentro del sistema solar, o en la Tierra, más representa para nosotros este dominio terrestre, una parte de la conformación esencial por parte de la vida, o por la acción de la vida. Si consideramos solo esa parte de la acción de la vida que atañe a las funciones físico-económicas de las sociedades, casi no hay nada que tenga que ver con los temas de las llamadas "materias primas" que no sea un efecto del rol de la vida en darle forma de esta manera a los prerrequisitos esenciales para los ciclos de vida de la economía moderna.

Así, la mayor parte de los llamados recursos minerales de cuya riqueza relativa y consumición depende la economía física de las naciones, son un reflejo de depósitos actualmente finitos que formas de vida como bacterias antiguas u otras criaturas vivientes diminutas del pasado, han concentrado para nuestras actividades mineras. El resultado general de esas limitaciones, es que la densidad de flujo energético del trabajo aplicado por las economías tiene que aumentar, per cápita y por kilómetro cuadrado, y eso simplemente nomás para mantener el equivalente de los niveles actuales de productividad per cápita y por kilómetro cuadrado. Así, en la actualidad, sin densidades de flujo energético altas, como las que se logran mediante la fisión nuclear y la fusión termonuclear, no es posible una vida decente para los niveles existentes de población de este planeta. Recurrir a fuentes de energía relativamente inferiores, tales como los molinos de viento y los colectores solares, es locura genocida —de hecho, un crimen de lesa humanidad, es decir, de "genocidio" contra la propia población de la nación— para cualquier nación lo suficientemente necia como para promover tales programas.


La biosfera, como enseñaba Vernadsky, tiene un efecto poderoso sobre la materia no viviente. Aquí se muestran unas criaturas luminiscentes como medusas, conocidas como nueces del mar. Dichas criaturas afectan al océano en su conjunto, como por ejemplo las corrientes (ver , en inglés),

Este factor se puso en claro en términos estratégicos-militares, en el transcurso del desarrollo de sistemas de armas como los de fisión nuclear y de fusión, desde el Proyecto Manhattan de EU y programas similares bajo la dirección del genio ruso V. I. Vernadsky. Se llegó a la conclusión de que los efectos de los sistemas de armas termonucleares eran negativos para la humanidad, en tanto que los llamados "usos pacíficos" de la energía nuclear y termonuclear eran imperativos para el presente y el futuro de toda la humanidad.

Sobre este tema, es menester decir, por su elevada pertinencia para toda la humanidad hoy, que el patrón de guerra organizada, principalmente, por el imperio británico, desde la remoción del canciller alemán Bismarck, en general ha sido imperdonable, en tanto que la mayor parte de tales guerras han sido producto de las directrices estratégicas de la reacción geopolítica del actual imperio británico contra la amenaza a la supremacía marítima británica, amenaza constituida en la forma de tecnologías coincidentes con los sistemas ferroviarios transcontinentales. La llamada Segunda Guerra Mundial contra las fuerzas de Hitler, se había vuelto inevitable, mientras que casi todas las otras guerras importantes desde la remoción del canciller alemán Bismarck en 1890, conducida por los británicos, como la insensatez de EU en Indochina, fueron absolutamente injustificadas respecto a cualquier pauta que no sea el deseo urgente del imperio británico por ocasionar la destrucción de la economía de EU, empresa que solo se podía lograr, como ocurrió, mediante la guerra de EU en Indochina sobre el cadáver del presidente estadounidense John F. Kennedy.

Tengo que decir que, a veces, los principales gobiernos del mundo han demostrado que son realmente unos niños, en este sentido.

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III. EL PRINCIPIO DE LOS PRINCIPIOS

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Por las razones presentadas arriba, la noción de un principio universal coincide con el proceso que se presenta en Génesis1. Así ponemos de relieve que quien escribió Génesis1 fue un ser humano que, habiendo considerado la idea de Dios mediante los poderes de imaginación del hombre mortal, concibió al hombre, como por un proceso de agotamiento, como la idea del hombre mortal, el hombre hecho a semejanza de un Creador, Dios. Esto es, en efecto, escencialmente lo mismo que yo había presentado aquí anteriormente. La experiencia del hombre con sus propios poderes creativos, demostró cómo funciona el universo desde el punto de vista de los logros más importantes del propio hombre, el descubrimiento de un principio físico universal o, mejor dicho, la capacidad del hombre de descubrir un verdadero principio dentro de la capacidad expansible del individuo para experimentar el universo.

No estoy predicando religión aquí, sino hechos.

De ahí en adelante, se ha de considerar que esos principios que expresan la creatividad, definen que hay que reconocer las opciones y los logros de la humanidad como los medios para los logros de la humanidad en el avance de la creación menos imperfecta del hombre. El hombre, que ahora se considera a sí mismo como un producto de la semejanza del Dios cuya existencia es científicamente necesaria, debe por lo tanto desear sobre todo, entre todos los deseos, esa mejora creativa del hombre mismo que le lleva, a él o a ella, más cerca de la forma volitiva de progreso creativo del universo.

Considera la teología de la inmortalidad de la idea de la existencia de las almas, a la luz de eso.

El concepto que tiene de sí el individuo es, por lo tanto, irónico, al efecto siguiente.

Ya que ahora sabemos, por lo menos de lo que he escrito en partes anteriores de este informe, que el hombre concebido a imagen de las certezas sensoriales es solo una sombra de la realidad, existe cierta presciencia de algún tipo de inmortalidad en la persona real cuya mente reconoce la imagen mortal suministrada por la percepción sensorial como algo "condicional", en ese sentido específico. Considera las Epístolas Apostólicas cristianas a la luz de eso, como, por ejemplo, Pablo en Corintios I-13. Es una noción y misión de la humanidad que no busca una inmortalidad de tipo estático "en la imaginación de la carne", sino más bien, busca experimentar la inmortalidad del proceso de creación, ser una fuerza verdaderamente creativa en el curso del desarrollo del universo: volverse una encarnación de la creatividad humana en y de por sí, siendo así "a semejanza" de la naturaleza del Creador del universo.


La radiación cósmica, ``como experimento decisivo, nos saca de la noción convencional de la percepción sensorial, y nos lleva, de esta manera, al mismo dominio de la imaginación creativa’’. Aquí se muestra un modelo de computadora de la plasmasfera de la Tierra. Raudales de gas ionizado (plasma) fluyen desde el Sol a través del campo magnético de la Tierra, generando enormes corrientes eléctricas y expulsando iones de oxígeno hacia el espacio. Estos iones quedan atrapados en el campo magnético de la Tierra, rodeando al planeta con una nube de plasma de miles de millones de grados. Los ``anillos de fuego’’ alrededor de los polos representan la contribución de estas partículas a las auroras boreales. (Modelo de computadora: NASA, http://tiny.cc/mle2x)

De esa manera, nosotros también somos creadores a semejanza del principio que define el significado de Creador. Nuestra misión es servir ese fin, que es nuestra misión preferida en la vida: hacer que el universo sea mejor, y hacernos nosotros mejores al contribuir a esa misión. Para nosotros, esa misión es su propia recompensa: una devoción a la creatividad per se. Ésa es la verdadera felicidad.

Eso es lo que podríamos decir que es la prueba del asunto. Dicho eso, ahora considera la naturaleza del placer de ser ese tipo de persona; ésa no es simplemente una experiencia agradable, sino que es una experiencia necesaria, el que nos consuma el placer de gozar de hacer nuestro trabajo; no de sacrificarnos ante las recompensas del dolor y el castigo, sino de cumplir una misión perenne.

Toma el caso de la Colonia de la Bahía de Massachusetts bajo su carta real de soberanía original. Dejando a un lado a la pobre y enferma Salem costera, no había ningún verdadero sentimiento de culpa entre líderes como los Winthrop y los Mather. Cierto, el Nuevo Partido Veneciano de los holandeses y otros seguidores de Paolo Sarpi fue malvado, como Venecia había sido malvada bajo un régimen anterior. Jacobo II había sido un desastre, pero Guillermo de Orange y sus seguidores fueron monstruosamente malvados. Aun así, no hay ninguna maldad inherente en la humanidad, sino solamente aquéllos que, como meras bestias, violan el principio creativo de la humanidad.

Considera, como se decía en Inglaterra en ciertos tiempos pasados, que la belleza de la vida humana reside en la bondad de la dedicación a misión tal, como la de los legendarios monjes irlandeses que siguieron a Isidoro de Sevilla, y en las grandes obras de Carlomagno: aquéllos que hicieron el bien, en servicio de la causa de remediar la condición de lo que el hombre aun está por devenir, como los inspirados Winthrop y Mather de la Colonia de la Bahía de Massachusetts original, y sus seguidores entre los fundadores inspirados de la Constitución de nuestra república federal. O, antes, el cardenal Nicolás de Cusa, quien, viendo la influencia malvada del partido veneciano de su tiempo, proyectó viajes cruzando los grandes océanos, inspiración que informó lo que devino la fundación de nuestra república dentro de las Américas.

En la experiencia europea, hay que definir el mal como el enemigo del bien; no existe posición intermedia. Hablo del mal como lo ejemplifica el culto a Delfos y el legado de ese imperio romano que impera en su encarnación más reciente en esa escotilla al infierno que es el imperio británico, actualmente condenado a si mismo.

El bien reposa esencialmente en la creatividad que expresa la creatividad de la mente humana individual. La misión del individuo, la única verdadera felicidad, es la realización del desarrollo y fecundidad de aquella acción antientrópica, que es la verdadera forma de creatividad individual coherente con la noción de un Creador.

Una recapitulación

Dicho eso, regresa al razonamiento con el que empezó este informe.

Si la percepción sensorial nos presenta sombras de la experiencia, en vez de la causa de esas sombras, no podemos contentarnos con la noción de que el universo que experimentamos es un dominio de meras sombras. Ni podemos alegar justamente que la moralidad apropiada de la especie no-vista que la sombra implica, se ubica dentro de las cualidades que se le imputan al mundo-de-sombras que es la percepción sensorial. Por ello, la orientación ontológica que he desarrollado aquí, hasta ahora. Tenemos que encontrar nuestra verdadera identidad, y nuestra misión en ser, en la evidencia que atañe a la naturaleza de esa mente que expresa la realidad que el mero mundo-de-sombras de la percepción sensorial como tal no expresa.

El capítulo más famoso del apóstol Pablo de los Corintios nos persigue exactamente en este sentido. La contemplación de una mejor opción de sombra, que ahora se ha hecho evidente de manera experimental, la de la radiación cósmica, nos persigue. La noción ontológica inevitable de "mente", por lo tanto, nos persigue. Esto nos lleva a algo que ya deberíamos haber sabido, en tanto que el párrafo final del manuscrito inconcluso de Shelley ya persigue la mente del discernimiento. El papel de la radiación cósmica se queda corto en cuanto a nuestra meta, pero tiene dos virtudes notables. Como experimento decisivo, nos saca de la noción convencional de la percepción sensorial, y nos lleva, de esta manera, al mismo dominio de la imaginación creativa por el que los esfuerzos sucesivos de Johannes Kepler y Albert Einstein nos presentaron un universo que es ontológicamente finito, pero no limitado, y por lo tanto a una esfera más próxima a ese principio de conocimiento que subsume —y no simplemente habita— al universo que, aunque imperfectamente, no obstante conocemos.

Notas

[1] A pesar de la rastrera envidia que pretende minusvalorar el mérito contemporáneo, la nuestra será una época memorable en logros intelectuales; vivimos entre filósofos y poetas que están más allá de toda comparación con cualquiera otro surgido desde la última contienda nacional por las libertades civiles y religiosas. El heraldo, el camarada, el seguidor más indefectible del despertar de un gran pueblo, quien puede dar lugar a un cambio más beneficioso en opinión o institución, es la poesía. En tales periodos aumenta el poder de comunicar y recibir concepciones intensas y apasionadas sobre el hombre y la naturaleza. Las personas en las que este poder reside a menudo parecen mostrar, en ciertos aspectos de su naturaleza, poca correspondencia con el espíritu del bien del que son ministros. Pero incluso cuando niegan y abjuran del poder que ocupa el trono de sus propias almas, se ven obligadas a servirlo. Es imposible leer las composiciones de los escritores del presente sin que la vida eléctrica que arde en sus palabras nos conmocione. Miden la circunferencia y sondan las profundidades de la naturaleza humana con espíritu comprehensivo y penetrante, y son ellos, quizá, los más sinceramente asombrados por sus manifestaciones, pues en definitiva no se trata tanto de su propio espíritu como del espíritu de su época. Los poetas son los hierofantes de una inalcanzada inspiración, los espejos de las sombras gigantescas que el futuro arroja sobre el presente, las palabras que expresan lo que ellos mismos no entienden; son las trompetas que saludan la batalla sin sentir ellas mismas lo que inspiran, la influencia que mueve sin ser movida. Los poetas son los legisladores no reconocidos del Mundo. [Cita que, desde 1934, recordé y recité en público con frecuencia, de memoria, de mi ejemplar personal de la edición de Harvard Classics de 1909.]

[2] Ver EIR 7 de enero de 2011 (www.larouchepub.com/lar/2011/3801global_crisis_at_hand.html).

[3] H. Graham Lowry, How the Nation Was Won, Executive Intelligence Review, 1988.

[4] Directamente contrario a Rudolf Clausius y demás, el desgaste demuestra que el universo es intrínsecamente antientrópico, como en efecto lo demuestra la destrucción de lo que no es creativo. Ver más abajo más sobre esto.

[5] Cabe señalar, respecto a la aseveración de Friedrich Nietzsche de que "Dios ha muerto", que el argumento de Nietzsche es en esencia el de Aristóteles; es un reflejo de la presunción de la secta de Delfos de que los hombres y mujeres ordinarios son miembros de una especie inferior que no comparte la supuesta elegancia de aquellas clases sociales superiores que la costumbre délfica identifica como "los inmortales". El concepto nietzscheano de "destrucción creativa", como lo representa el dogma económico de Werner Sombart, Joseph Schumpeter, y sus seguidores, entre otros, de la Universidad de Harvard, coincide con la doctrina fascista de los seguidores de Adolfo Hitler. El fascismo ha de reconocerse por sus ideas respecto a la naturaleza del hombre, no por el mero ropaje que usan, como las "camisas negras" o las "camisas pardas". El contenido del culto a atavismos del Imperio Romano que es lo que representa el fascismo en la práctica política— es en esencia la creencia de los seguidores de Nietzsche, no el ropaje que decidan usar. La introducción formal de la doctrina de Schumpeter al despacho del primer ministro de Gran Bretaña se inició bajo Harold Wilson (1964-70, 1974-76), coincidiendo con el lanzamiento de la guerra de EU en Indochina, que se lanzó una vez que se había eliminado al presidente John F. Kennedy, opositor de tales políticas.

[6] No sea que algún alma desorientada imagine que existe alguna falacia en mi argumento en contra de Oparin en tanto disparate británico, el hecho es que el agente británico Alexander Helphand (también conocido como "Parvus"), que había sido reclutado al servicio de inteligencia británico por el entonces representante de la Sociedad Fabiana británica, Federico Engels, fungió como importante comerciante de armas británico y asociado del plan de los "jóvenes reformistas" del servicio de inteligencia británico. El propio Marx obtuvo su carrera como agente del "zoológico" de lord Palmerston, donde Marx prestó servicio a la oficina del Museo Británico bajo la dirección política de Giuseppe Mazzini de la Joven Europa. La función de Marx fue ésa, entre quienes administraban el tráfico de correspondencia entre la cancillería británica y figuras de la organización "Joven Europa" dirigida por Mazzini. Independientemente de lo que los movimientos "marxistas" hayan hecho contrario al gusto de los británicos, los servicios de inteligencia del Imperio Británico por lo general ejercían control de largo plazo, por los canales del siglo 20 como los de Bertrand Russell y los crédulos de Russell del Instituto de Análisis de Sistemas Aplicado (IIASA), con sede en Laxenburgo, Austria. Oparin fue una víctima emblemática controlado, en asuntos de ciencia, por los círculos de Russell, incluyendo a J. B. S. Haldane, cuyas creencias religiosas, como tales, diferían significativamente del ateismo desbocado de Russell.

[7] Bertrand Russell, The Impact of Science on Society, George Allen & Unwin, Londres 1952. Las citas vienen de un libro cuya intención y principales elementos fueron producto de mi encargo a la autora Carol White, mientras yo estaba preparando una campaña presidencial estadounidense en 1980. Puedo informar ahora que su trabajo sobre el propio Russell fue satisfactorio para me en ese momento. En cuanto a mis ideas propias sobre Russell, véase mi "How Bertrand Russell Became an Evil Man" de julio de 1994 (reeditado en el número de otoño de 1994 de Fidelio http://www.schillerinstitute.com/fid_91-96/943a_russell_lhl.html). Posteriormente se reeditó en 1998 en una traducción al español por Salvador Lozano, "Cómo se volvió malvado Bertrand Russell".

[8] En mi "The Global Crisis Now at Hand," del 15 de diciembre de 2010, había incluido el tópico de esa crisis geopolítica del sistema imperial británico creada por el reto de la iniciativa de EU al ser pionero en sistemas ferroviarios transcontinentales. Ése ha sido el asunto decisivo de todas las guerras significativas en este planeta, desde 1890 hasta la fecha. Lo que he escrito al respecto y temas relacionados se incluye implícitamente como material de trasfondo aquí; el papel del nerónico presidente de EU Barack Obama como instrumento de facto del Imperio Británico en contra de EU, se debe considerar como la intención implícita aquí.

[9] Antes de final de los 1980, la gran mayoría de los principales cantantes clásicos respaldaron abiertamente la defensa de los cambios de registro naturales definidos por Do-256, a pesar de la influencia del Congreso por la Libertad Cultural. Éste sigue siendo el caso entre las más grandes voces cantantes desarrollados clásicamente, y una porción grande de músicos clásicos en general. Es notable, de acuerdo a pruebas científicas expertas, que si se somete a los mejores violines hechos a mano y otros instrumentos del repertorio clásico, a la presión del diapasón elevado, resultan dañados, como en el caso de los mejores violines. Hubo dos argumentos principales en defensa de esa norma clásica desde Bach hasta Brahms y más allá. Uno destacaba los cambios de registro naturales propias de las voces cantantes del bel canto; un segundo argumento complementario fue que solo las voces cantantes entrenadas físicamente más fuertes podían resistir el "desgaste" de las voces cantantes producto de adaptarse al diapasón elevado. Las malas prácticas a veces coincidían, significativamente, con el tipo de director que dirigía con la ayuda de cronómetros en el podio.

[10] Cosa que Bruno Walter no logró, de plano, en una interpretación en EU en un tiempo cercano. Su tratamiento del segundo movimiento fue lo peor de todo; pero eso convirtió al resto en un desastre.

[11] Por ejemplo: "la cabeza por delante."

 

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